sábado, 25 de septiembre de 2010

La morenaza que se me apareció en el camino

Era evidente. La hija se parecía a la madre. Cada vez que visitaba su casa era lo mismo ;
calor de hogar, risas, sobremesa, comida rica, cariño. Después de la comida ese infaltable café espumoso bien conversado, nostálgico. Yo me sentía una más, parte del rebaño por un rato.
Me encantaba ir a verlos, a todos les tenía mucho aprecio. Pensaba que cuando tuviese una familia me inspiraría en su crianza para repetir lo mismo con los míos.

La hija resultó convertirse en una de mis grandes amigas . Y la hice parte de mi vida, de los míos, que si bien no eran familia como la de ella, eran la familia que yo de a poco había formado. Compartimos fiestas, tantas experiencias, aventuras, risas, aprendizajes, peleas , llantos, no fue necesario mucho tiempo, la conexión entre nosotras ya existía . Conoció a mis amigos, a todos. Uno por uno se los fui presentando, encantadora , siempre.

Ella merece lo mejor, así se lo deseo. Su corazón es noble, es fiel, preocupada a tal extremo de todos que se olvida aveces de sí misma, de su deseo. Pero no, morena. Sigue lo que sientes, crea, no dejes de lado todo eso que tienes ahí adentro, explotalo. Yo huelo tus ansias de salir de ahí.

¿Sabes? Yo te puedo ayudar y si la vida nos puso a ti y a mi en el mismo camino, es para que yo también haga un poco de eso que tanto admiro de tí, preocuparme por tí, escucharte.

Déjate querer , sin miedo. Miedo a qué guapa, Mírate esos ojos sedientos de ser mirados y de brillar .

Yo tengo claro que esos ojos van a brillar, solo déjalos...


No hay comentarios:

Publicar un comentario